Desempaquetando a Shein Shein: el fantasma de Lieja
Timo Kollbrunner
Traducido por SETEM, agosto 2022
A principios de enero de 2021, se festejó una pequeña celebración en el aeropuerto de Lieja. El gobierno valón había otorgado una distinción honorífica a un empresario chino llamado Liansen Tan. Su mérito era que, seis años antes, facilitó al aeropuerto de Lieja y, por ende, a la región de Valonia, el acceso al mercado chino.
Las actividades de las empresas chinas han sido un tema de acalorado debate en esta región desde finales de 2018. En esa época, el gigante del comercio electrónico Alibaba anunció que tenía la intención de construir un enorme centro logístico en el aeropuerto. Algunas personas de Lieja, una antigua potencia metalúrgica, veían en la llegada del homólogo chino de Amazon una perspectiva de 900 nuevos empleos, muy necesarios en la zona. Otros se oponían con vehemencia a los planes de expansión del aeropuerto bajo el lema de “Stop Alibaba & Co”. Les daba escalofríos pensar en las nubes de humo del combustible de los aviones, las largas procesiones de camiones y los vuelos nocturnos a cada pocos minutos.
Todo ello empezó con el citado Liansen Tan. El año pasado, en el blog “expattime.be”, contaba que había aterrizado en Bélgica en una mañana lluviosa de noviembre de 2014 con la misión de montar un centro logístico para el comercio virtual de un viejo amigo suyo de escuela: Xu Yangtian, el fundador de Shein. Liansen Tan dio a la empresa de Lieja el nombre de “EC Hub”, la abreviatura en inglés de “centro de comercio electrónico”. Liansen Tan se jactaba de haber sido pioneros en la creación de un centro de tramitación de devoluciones para toda Europa. Un centro que también podría encargarse de volver a enviar los paquetes, para que los productos “no tuvieran que ser devueltos a China”, explica, no sin orgullo.
Solicitud espontánea fallida
Si se busca “EC Hub” en Internet, enseguida se encuentran reseñas de antiguos empleados en la web de valoraciones empresariales Glassdoor, en la web de empleo Indeed o en el propio Google. La imagen que el visitante se forma a partir de unas 80 reseñas no es muy halagüeña. Contienen un amplio abanico de quejas. El aspecto más criticado son los “objetivos anormales”, “imposibles de alcanzar”. Aun así, si una persona empleada no logra tramitar el número de artículos que se le fija como objetivo, corre el riesgo de perder el empleo. Muchos se quejan de los “estándares chinos” y una reseña que resume muy bien la situación dice:
No la recomendaría. A no ser que quieras caer en una depresión. Esta empresa es cualquier cosa menos humana.
Yo no quiero deprimirme, pero el hecho es que las reseñas me despiertan la curiosidad. Respondo a un anuncio de trabajo en Facebook, ya obsoleto, en el que EC Hub busca a 30 personas trabajadoras temporales. La respuesta me llega al día siguiente: ahora mismo no tienen necesidad de más personal, pero “nos pondremos en contacto contigo si volvemos a buscar trabajadores”.
Nosotros no queremos esperar tanto. Por suerte, nuestros compañeros belgas de achACT nos ponen en contacto con Cédric Letermo. Cédric es un politólogo que trabaja en Gresea (en francés), una entidad que investiga, entre otras cosas, el comercio electrónico. También participa en el movimiento que se opone a los planes de Alibaba en el aeropuerto de Lieja. Cuando hablamos con él por primera vez, no había oído hablar todavía de EC Hub ni de Shein. Pero sí tiene el recurso más importante en una situación como esta: los contactos adecuados.
Sudoku, patatas fritas y nada que hacer
Un martes por la mañana de septiembre de 2021, Cédric y yo nos sentamos en torno a una mesa en el centro de Lieja con otras cuatro personas: Daniel Maratta, secretario provincial del sindicato UBT-FGTB, su compañero Ludovic Moussebois del otro gran sindicato CSC-Transcom, y Robert y Simone, ambos empleados de EC Hub (a los que hemos dado nombres ficticios). Lo primero que nos dicen es que la palabra “trabajo” ya no es pertinente. En realidad ya no “trabajan” allí, porque desde finales de julio no tienen ningún tipo de trabajo que hacer. Nos enseñan un vídeo grabado en un móvil: un grupo de trabajadores y trabajadoras sentados alrededor de una mesa en un almacén vacío, que ríen y saludan. Enfrente tienen golosinas de la marca Haribo, bolsas de patatas fritas, un libro de Sudoku y un juego de UNO. “Nos hemos vuelto unos expertos en estos juegos”, nos dice Robert.
Una escena así era difícil imaginar a finales de junio. En un solo día de ese mes se embalaban, tramitaban y almacenaban más de 30.000 devoluciones en EC Hub, a la vez que se embalaban unos 23.000 artículos para despachar, como puede comprobarse en uno de los mensajes que envió al final de una jornada laboral un jefe de equipo a otro. “En aquellos tiempos, simplemente no dábamos abasto”, asegura Simone, poniendo cara de incrédula ella misma.
Trabajo por turnos y Google Translate
Simone trabaja con las devoluciones. Su tarea es abrir los paquetes que llegan de Bélgica, Alemania, Italia o Suiza, desempaquetar las prendas, escanearlas en el sistema e iniciar los trámites de reembolso. Los gastos de compra se reembolsan independientemente del estado de la prenda, explica. Esto es por dos motivos: en primer lugar, porque la ropa de Shein a menudo tiene defectos que ya vienen de fábrica y, en segundo lugar, porque el sistema informático no es lo bastante preciso para procesar de forma diferenciada los artículos que no se pueden devolver. “Este sistema es una de las cosas más tediosas de mi trabajo”, se lamenta Simone. La razón principal es que la interfaz de usuario está solo en lengua china. “En general, no nos queda otra que intentar averiguar lo que tenemos que hacer con Google Translate”.
1.500 artículos inútiles al día
Simone lleva muchos años trabajando en EC Hub y ha vivido el vertiginoso ascenso de Shein en tiempo real. Cuenta que al principio no se almacenaban los artículos devueltos. Pero después el número de devoluciones recibidas aumentó exponencialmente, así como el número de prendas defectuosas o que simplemente no se encontraban en el sistema interno y que, por tanto, no se podían almacenar en el lugar que tocaba. Simone relata que, últimamente, esto le ocurría con 20 o 30 artículos en cada turno de trabajo.
Si esto lo multiplicamos por 25 empleados, y después por dos turnos al día, supone hasta 1.500 artículos por día con los que Shein ya no quería hacer nada.
Al principio, los empleados podían llevarse esas prendas a casa. Después, las devoluciones defectuosas se destinaron a entidades benéficas y, más tarde, se vendían a peso a un comerciante que quitaba las etiquetas de Shein y vendía la ropa “en algún lugar fuera de Europa”.
El trabajo de Robert era organizar en grandes categorías la ropa devuelta al almacén: camisetas en un sitio, chaquetas en otro y vaqueros en otro. Su tarea no era exactamente pesada, si no fuera por los objetivos de rendimiento. Cuando empezó a trabajar para Shein el verano del año anterior, el objetivo era almacenar 1.600 artículos al día. Esto era casi factible, salvo en los casos en que las cajas del almacén ya estuvieran tan llenas que se perdía demasiado tiempo buscando una con espacio suficiente en la que almacenar los artículos nuevos. Pero entonces los objetivos se elevaron a 1.800 artículos, “y esto ocurría en invierno, cuando había mucha más ropa gruesa, más voluminosa, y que cuesta más encontrar dónde meterla”, explica Robert. El incumplimiento de los objetivos era, con diferencia, la causa más frecuente de despido, según manifestaron ambos. Los empleados temporales a menudo se marchaban después de haber trabajado un solo día.
Yo creo que lo explican en el siguiente párrafo, donde dice que los empleados podían llevarse la ropa, o donarla a beneficencia...
Los sindicalistas chocan contra un muro
Ni el sindicato de Daniel ni el de Ludovic consiguieron que EC Hub asumiera ninguna responsabilidad. Ludovic relata que cuando más cerca llegaron fue en la primavera de 2020, tras recibir numerosas llamadas de los empleados. Se quejaban de cambios bruscos de horario, de despidos injustificados, de falta de plazas de aparcamiento y de los salarios. Casi todos los empleados habían sido contratados como Magasiner type 1, la categoría salarial más baja, es decir, 12,63 euros brutos por hora. El sindicato de Daniel defiende un salario mínimo sectorial de 14 euros por hora. Y lo que es más importante, insiste en que la categoría de ingresos más baja solo debería aplicarse a los empleados que realizan tareas únicas y repetitivas, y añade: “En EC Hub, es evidente que esto no ocurre”. Tanto él como Ludovic tuvieron que explicar ese y otros problemas a la dirección china. La mujer que les atendió les escuchó y asintió, “pero seguramente solo entendió lo que ella quiso”, nos dice Ludovic.
Constituir una delegación sindical dentro de EC Hub también resultó ser una misión imposible, porque hacerlo requeriría que una cuarta parte de la plantilla firmara una declaración en la que manifestaba su voluntad de sindicarse. Dado que la mayoría de empleados solo estaban contratados por unas pocas semanas, era una tarea imposible. “Acabamos desistiendo”, se lamenta Daniel.
Un giro repentino
Según los datos de un directorio empresarial belga, la mayoría de los trabajadores y trabajadoras de EC Hub tienen contratos indefinidos. Sin embargo, atendiendo a lo que declararon sistemáticamente los dos empleados y el sindicalista, esto simplemente no es verdad. Ese fue precisamente el tema que se planteó a principios de año, cuando tuvieron contacto con la dirección de la empresa por última vez, explica Daniel.
La dirección se había puesto en contacto con ellos para firmar un acuerdo para que en el futuro fuera posible que los empleados trabajaran en almacén en fin de semana. Los sindicalistas estaban dispuestos a negociar, pero solo a condición de que EC Hub diera un contrato indefinido a un número significativo de empleados, es decir, al menos 50 en vez de únicamente los 25 que tenían en ese momento. Entonces la empresa suscribió contratos indefinidos con algunas personas más, pero poco después dieron un golpe de timón estratégico. Un día de verano, a Simone y a sus compañeros les dijeron, así sin más, que parasen de empaquetar cuidadosamente las devoluciones y que las apilaran, arrugadas como estaban, en palés, en los que entonces se transportaban desde el almacén “directamente a China”, supone Simone. Después de esto, no se guardó nada más en el almacén. Robert también ayudó a desempaquetar las devoluciones, hasta que cesaron de llegar.
Parece ser que ahora es la filial local de la empresa china de logística YunExpress quien gestiona las devoluciones de Shein dentro de Europa o, por lo menos, una parte importante de ellas. Como evidencia de ello, Simone relata que la contactó un empleado de YunExpress que quería saber cómo funcionaba el sistema informático.
La inspección
Acudimos a la zona industrial de Herstal y aparcamos el coche frente a EC Hub. En la fachada de cristal está estampado #meetSHEIN. A su lado, la puerta del almacén está abierta. En la entrada hay dos hombres sentados que toman café en vasos de plástico. “Estamos esperando a que algo se vuelva a mover aquí”, dice uno. ¿Cuándo será esto? “Ni idea.” En el almacén, un joven conduce una carretilla elevadora vacía entre los últimos palés que quedan, apilados con cajas de cartón, y detrás de ellos hay varios empleados sentados alrededor de la mesa blanca que podemos ver en el vídeo.
Al poco se nos aproximan dos mujeres asiáticas. Quieren saber qué hacemos aquí, pero no quieren responder a nuestras preguntas, diciéndonos que se las remitamos “a China”. Sí, bueno, pero ¿a quién en China? “A nuestro cliente”. ¿A Shein? Una de las mujeres nos dice que no puede darnos ninguna dirección, pero si queremos dejarle nuestros datos de contacto, se los puede hacer llegar “al cliente”. Así lo hacemos... y no volvemos a tener noticias de nadie.
Decidimos ir a dar una vuelta por el aeropuerto. En una esquina detrás del enorme complejo logístico del aeropuerto de Lieja, justo al lado de las vías del tren que van hasta China, YunExpress está alojada en un hangar de reciente construcción. Dos operadores de carretillas elevadoras nos indican el camino: “Shein está allí”, nos dicen. En un gran hangar, donde los palés están organizados en hileras, nos encontramos con un empleado. Tampoco se muestra muy abierto a hablar. Lo único que nos dice es que “es posible” que las actividades de EC Hub se hubieran traspasado hace unas semanas. No puede decirnos nada más, tendríamos que preguntárselo directamente a Shein. Pero entonces añade algo más: YunExpress solo es responsable del transporte; las mercancías se embalan en otro lugar. Luego nos dice que debe volver al trabajo.
Una perspectiva incierta
El contrato de Robert con EC Hub termina pronto. Lo que quiere hacer entonces es una formación de conductor de carretillas elevadoras y le gustaría empezar a trabajar para Alibaba en el aeropuerto. Simone tendrá que esperar a ver qué ocurre. Hasta ahora, la dirección ha negado continuamente que EC Hub vaya a cerrar sus puertas, sostiene ella, y añade que encontrar un trabajo fijo en otra empresa sería cualquier cosa menos fácil.
Daniel también nos dice que, no hace mucho, YunExpress se puso en contacto con el sindicato para llegar a un acuerdo sobre su trabajo en fin de semana. Daniel elaboró una propuesta y se la envió a la empresa. Hasta ahora no ha recibido ninguna respuesta.